Hasta hace no mucho tiempo no me había dado cuenta que ya no creía en las ilusiones inventadas en nuestro medio nacional. De verdad pensaba que algunas de ellas eran reales cono que el transantiago sería una manera de descontaminar, descongestionar y dar mas comodidad a Santiago (esto antes que empezará aquel fatídico día de febrero). Luego también creí que los atochamientos y el desorden generalizado del mismo serían temporales (no sabia que estaban hablando en una escala de temporalidad bíblica, algo así como que en seis días se creo el mundo y séptimo se descansó) y que el metro volvería a hacer lo que tanto me gustaba de el un medio de transporte cómodo, limpio y ordenado, donde se podía estar seguro.
Todavía me da rabia acordarme de las imágenes de la Señora Presidenta Bachellete sentada en un carro del metro vació para la ocasión diciendo pero si miren voy viajando sin ningún problema y de las declaraciones vacías de alguno que otro político oportunista.
Y ahora la gota que derrama el vaso es que el metro no podrá reinvertir en sus servicios cosa de mejorar su actual y deplorable estado por que tendrá que prestarle plata al transantiago por que resulta que esta trabajando a perdida.
Con esto termino mi ilusión de ver en Santiago un sistema de transporte público digno y ordenado, que sea eficiente y que ayudara a la descongestión y descontaminación de la ciudad. También terminó mi ilusión de volver a ver ese metro limpio y tranquilo donde me podía sentar en el piso y leer algo mientras llegaba a la estación de mi destino.
Por lo menos la ilusión de creer en nuestros gobernantes se había acabado mucho antes algo así como entre la cutufa y chiledeportes.
Saludos cordiales,
Alvaro